Corre con el viento, animal fluye como el tiempo, imprime al paisaje un color salvaje.
Incomprensibles razones, por las cuales busca en la furia del trote una
libertad que encuentra a medias rozando el aire espeso de la llanura. Consume
su energía y por su cuerpo circula un éter que todo lo llena, un éter que lo
desprende de lo que está a sus espaldas.
La inocencia que lo hace animal, la fuerza ilimitada que
viene de su irracionalidad, la naturalidad es su esencia, solo entiende de
lenguajes simples, aquello que no se dice con palabras, aquello que se respira,
se toca, se bebe.
No pretende, no insinúa, fluye caudaloso como el río, y a
veces reposa a contemplar la llanura y sus sabores.
Potro indomable, que pisa fuerte en su suelo, que no
necesita buscar en su ser, porque es, solo es quien es y nadie más.
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